¿L a sociedad nos ofrece modelos, parámetros o estándares fijos de lo que estamos habilitados a hacer o ser en cada momento, pero ¿qué pasa cuando eso comienza a hacer ruido y sentimos que está desconectado de lo que realmente queremos y deseamos hacer? ¿Hace cuánto no te preguntás cuál es tu deseo o tu sueño?
Vamos a sumergirnos por un rato en esta idea: cómo el pensamiento lineal imperante, incide en el modo en que enfocamos nuestra vida.
Venimos de un paradigma en el cual uno elige una carrera/profesión para toda la vida. Quizás te pasa que tu padre/madre o abuelos siempre trabajaron en la misma empresa o continuaron con el negocio familiar y eso fue suficiente. Pero hoy todo es distinto. Hoy eso no resuena con tu forma de sentir.
A la generación que nos precede, marcada por aquel paradigma, puede que le cueste comprender los cambios de la actual forma de sentir y vivir. Por eso, surgen interrogantes como: ¿para qué te vas a ir si acá estás bien? Si ganás un buen dinero, ¿qué vas a buscar afuera?
Las nuevas generaciones avanzan aún sin saber claramente adónde, pero buscando escuchar y quizás probarse en otros entornos. La necesidad está puesta en explorar y en volver, quizás, enriquecidos y transformados.
Hoy parece ser algo más común que antes atender a la necesidad de “pegar una vuelta de timón” y cambiar el foco varias veces en la vida. Claro que eso genera incertidumbre; lanzarse a probar algo nuevo, ¿no es una locura en ocasiones? Incluso, entramos atravesando una crisis (que gran palabra) a la que muchos ven como una oportunidad, pero ¡qué profundo es atravesarla!
Lo interesante es que ese camino nos puede llevar a conocernos más, a saber un poco más sobre qué nos gusta y qué no, qué estamos dispuestos a negociar y cuáles son nuestros no negociables.
El deseo, en estos casos, está puesto en conectar con la singularidad, con lo que nos hace diferentes. Ser auténticos puede ser un mayor valor, aportar nuestro diferencial e ideas, también.
El auto-cuestionamiento nos lleva a salir de la rueda o del circuito del TENER y del SER PRODUCTIVOS, para llegar a preguntas que apunten más bien al SER. ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué tengo para ofrecer?
Hay que tener mucho coraje para darse la posibilidad de cambiar y de empezar de nuevo, para sostener la angustia que genera ¨estar en un proceso¨, no solo para uno mismo sino para el entorno. Muchas veces sentimos esa “presión externa” por crear sentido y tomar acción, porque detenernos a pensar y tomarnos el tiempo para conocernos mejor no se percibe como algo productivo.
Date la posibilidad de no saber qué hacer. De “ESTAR EN PROCESO Y QUE ESO ESTÉ BIEN PARA VOS”. Cerrando este año, es un buen momento para hacerte este tipo preguntas y ver qué respuesta te vuelve.
No todos venimos a lo mismo, conectá con tu valor y con tu ser.