*Por Luciana Yael Colombo, Gerente de operaciones aqnitio
E n un mundo caracterizado por la rapidez y la constante evolución, una cultura ágil se ha convertido en un activo crucial para impulsar cambios y mantenerse al día con las demandas de cada momento.
Por cultura ágil no nos referimos simplemente a seguir un conjunto de prácticas o metodologías específicas, tomar decisiones rápidas y gestionar el cambio. Implica un enfoque más amplio que requiere de una mentalidad y valores compartidos que fomentan la colaboración, la flexibilidad y la adaptación continua.
Se trata de descubrir nuevas oportunidades para obtener una ventaja competitiva. Hablamos de oportunidades de transformarse día a día, de hacer revolución en la forma que hacemos las cosas, adoptando ideas de personas diferentes que revitalizan nuestra cultura.
En una cultura ágil, se promueve la experimentación, el aprendizaje constante y la toma de decisiones basada en datos. Y estas cosas, entre otras, mejoran la satisfacción, el bienestar y la felicidad laboral. ¿Por qué?
- En una cultura ágil se fomenta la autonomía y la toma de decisiones descentralizada. Los equipos de trabajo tienen más responsabilidad sobre cómo abordar y resolver los problemas, lo que empodera a cada uno y da un sentido de propiedad sobre su trabajo. Cuando los empleados tienen un mayor grado de influencia y autonomía, es más probable que se sientan satisfechos en su empleo. Una cultura ágil puede crear un entorno laboral más gratificante al permitir que las personas se involucren en decisiones que afectan la operación diaria.
- La colaboración efectiva es un componente fundamental de la cultura ágil. Se trabaja en equipos multidisciplinarios con diversidad de habilidades y con colegas de diferentes áreas. Esto promueve la comunicación abierta, la creatividad y el intercambio de conocimientos.
- La cultura ágil tiende a enfocarse en el aprendizaje continuo y la mejora. Los empleados tienen la oportunidad de adquirir nuevas habilidades y conocimientos a medida que se adaptan a diferentes roles y proyectos. Esto puede impulsar su desarrollo profesional y aumentar su valía en el mercado laboral.
- La agilidad organizativa permite una respuesta más rápida y eficaz a los desafíos. Esto puede reducir el estrés relacionado con la incertidumbre y la falta de capacidad para abordar problemas. Los equipos ágiles suelen tener un enfoque más positivo hacia los desafíos, ya que ven los errores como oportunidades de aprendizaje.
- La transparencia es un pilar de la cultura ágil. La comunicación abierta y honesta es fomentada, lo que puede mejorar la confianza entre los miembros del equipo y con la dirección. La información sobre el estado de los proyectos y las metas organizacionales se comparte de manera más efectiva.
- Una cultura ágil a menudo enfatiza la importancia de alinear el trabajo con los objetivos y necesidades del cliente. Esto puede dar a los empleados un mayor sentido de propósito al ver directamente cómo su trabajo contribuye al éxito de la organización y satisface las necesidades del mercado.
- Las metodologías ágiles tienden a simplificar los procesos y reducir la burocracia innecesaria. Esto libera a los empleados de cargas administrativas y les permite concentrarse en tareas con significado.
- La cultura ágil promueve la adaptabilidad y la flexibilidad, lo que ayuda a las personas a sentirse más cómodas y seguras en un entorno empresarial en constante cambio.
Familia empresaria y empresa familiar
Desde aqnitio entendemos que una empresa familiar es aquella que cuenta con una familia empresaria, y que esta última se caracteriza por una fuerte cultura emprendedora y está integrada por miembros conscientes de los desafíos que implica ser empresarios y responsables del legado que recibirán. No existe empresa familiar sin familia empresaria.
Las familias exitosas a menudo suelen tener objetivos claros y un sentido profundo de lo que es importante cuando enfrentan desafíos o lo desconocido. Aprovechan su capacidad para seleccionar uno o dos factores que son clave en cada decisión, lo que les permite permanecer centrados en ser ágiles en cualquier clima empresarial.
Una familia empresaria a menudo tiene una cultura empresarial arraigada que valora la adaptación y la flexibilidad. Los valores y visión familiares están orientados hacia la toma de decisiones ágiles y la disposición para cambiar o diversificarse en función de las necesidades del negocio y el entorno.
Un aspecto importante en este sentido, es la plena consciencia de que el emocional familiar y el racional empresario son ámbitos distintos, que se gestionan por separado pero que cuentan con vasos comunicantes y se influyen mutuamente.
Agilidad en la familia empresaria
A nivel de la familia empresaria, el afecto societario (elegirse socios), el respeto por el legado y la cultura emprendedora son elementos constitutivos, que requieren ámbitos específicos en los que desarrollarse.
Es este un espacio que tiene un fuerte sesgo formativo dado por la necesidad de favorecer los procesos de incorporación de sus miembros a las distintas partes del sistema familia empresaria, ya sea como accionistas, como directores o como empleados familiares.
Al mismo tiempo, es el espacio en que deben tener lugar los nuevos proyectos, ideas y posibles negocios que esa cultura emprendedora hace aflorar.
Por eso, la agilidad para detectar oportunidades modernas y efectivas de formación, así como para generar espacios para el desarrollo, la discusión y el análisis de proyectos emprendedores es fundamental: La cultura empresarial debe respaldar la agilidad, fomentar la innovación, la toma de riesgos calculados y la adaptabilidad, al tiempo que se mantienen los valores y la identidad familiares.
La agilidad en la empresa familiar
Muchas veces escuchamos que los conflictos son inevitables en una empresa familiar, pero en realidad lo que sucede es que la tensión es inherente a toda actividad colectiva, y la tensión que no es administrada suele traer aparejados conflictos. Esta no es una característica de las empresas familiares sino de aquellas que no aprenden a gestionar de manera constructiva esas tensiones vinculadas a sistemas complejos de afecto societario y cultura empresaria, buscando soluciones que beneficien a la empresa: para lo cual la agilidad es esencial.
Es importante reconocer que la dinámica familiar no gestionada también puede llevar a desafíos únicos, como conflictos personales o dificultades en la sucesión, que pueden obstaculizar la agilidad.
Las empresas familiares deben estar dispuestas a adaptar su estructura organizativa según sea necesario para responder a cambios en el entorno empresarial. Más aún, muchas veces tienen que estar dispuestas a hacer un cambio de mentalidad para lograrlo. Es fundamental poder diferenciar ámbitos familiares y empresariales y determinar roles, funciones y responsabilidades en cada uno.
La agilidad empresarial debe centrarse en las operaciones y estrategias de la empresa, y no dejarse permear, en la medida de lo posible, por conflictos familiares o decisiones basadas o en los mismos. Establecer un sólido sistema de gobierno corporativo puede ayudar a garantizar que las decisiones se tomen de manera objetiva y basada en el interés de la empresa. Se construyen, de esta manera, marcos y estructuras de gobierno sólidos que las familias necesitan para superar los desafíos y alcanzar su objetivo de longevidad empresarial y se facilita, también, la toma de decisiones con rapidez y la adaptación ágil a los cambios.
Una empresa familiar ágil debe estar dispuesta a realizar evaluaciones periódicas y ajustes en su estrategia y operaciones. Esto puede requerir la capacidad de identificar oportunidades y amenazas rápidamente y responder de manera efectiva.
Cuando las familias se enfocan en lo que realmente importa, sus negocios se convierten en una herramienta efectiva para ayudarles a alcanzar sus objetivos más amplios. La clave para lograr el éxito y la durabilidad suele radicar en la construcción de una “familia empresarial”, en lugar de limitarse a administrar una empresa con un único propietario.